Nos encontramos ya en una situación en la que la movilidad tanto dentro de la misma región sanitaria como interprovincial e incluso entre Comunidades Autónomas se prevé significativa, y en la que, por tanto, tenemos que estar atentos a la reactivación de los viajes por carretera. Según datos de la DGT, el confinamiento redujo un 52% los fallecidos en accidente de carretera. Ahora, con la entrada en fases de mayor movilidad coincidiendo con el mes de junio —en el que se ha producido mayor volumen de accidentes con víctimas en los últimos años— es necesario poner sobre la mesa el grave problema de salud pública que suponen los accidentes de tráfico, así como la necesidad de abordarlo también desde la óptica de la promoción de la salud y el autocuidado.
“Aunque no es fácil saber cómo nos afecta la situación de pandemia en la que nos encontramos, cómo hemos de viajar o qué medidas especiales hemos de hacer en el vehículo que vamos a utilizar, cabe analizar la necesidad de ampliar las recomendaciones para mantener una conducción más segura”, explica Carlos Martín Cantera, médico de familia y miembro del Grupo Educación Sanitaria y Promoción de la Salud PAPPS.
La primera duda que surge cuando se va a preparar un viaje en la era post COVID-19 tiene que ver con las posibilidades de que la enfermedad, que cuenta con más de 240 mil diagnosticados en España, merme la capacidad para la conducción de quien lo ha padecido. En este sentido, el Dr. Carlos Martín Cantera afirma que “si ya no se tienen síntomas, se puede conducir sin ninguna limitación. Aunque, en el caso de padecer aún alguna secuela, es muy importante comentarlo con el médico de familia, ya que determinadas patologías tienen secuelas que no permiten la conducción, según la normativa vigente”.
Las secuelas de las patologías pueden ser muy variadas. El paciente podría presentar limitaciones por patología respiratoria, que según el grado podrían impedir la conducción; o patologías por lesiones neurológicas, que también desaconsejan ponerse al volante. No existen datos concretos, por lo que deberá ser valorado por el médico que realiza el control.
De hecho, en caso de estar tomando medicamentos para paliar la enfermedad, se recomienda mirar en los envases o prospectos de los mismo, ya que “actualmente los medicamentos disponen de un pictograma o señal que avisan de la dificultad o dudas sobre la conducción”, afirma Martín Cantera. Otrora es el caso de las interacciones que presentan los fármacos entre sí, también en el caso de estar tomando medicación para patologías crónicas.
En este sentido se ha especulado sobre la relación entre enfermedad crónica y mayor índice de accidentabilidad. Según la evidencia actual, “los riesgos para la población con problemas de salud crónicos en general disminuyen si están siendo tratados y controlados adecuadamente, con excepción de algunos problemas de salud crónicos muy específicos”, apunta Martín Cantera. Entre los que se encuentran la dependencia o el abuso de alcohol, la demencia, la epilepsia, la esclerosis múltiple, los desórdenes psiquiátricos (como grupo), la esquizofrenia, el síndrome de apnea del sueño y las cataratas.
Limpiar y desinfectar el vehículo
Aunque apenas se ha utilizado el vehículo durante las semanas de confinamiento, de cara a un nuevo viaje, conviene hacer un extra de limpieza e higiene en el mismo: “La más sencilla y que recomendamos, consiste en usar lejía en baja dilución, dilución alcohólica o gel alcohólico en las zonas que más se tocan habitualmente, es decir, volante, mandos, palanca de cambios, ventanillas, tiradores. Es muy importante porque los gérmenes pueden permanecer hasta nueve días y distintos estudios han demostrado que estas sustancias pueden eliminarlos.” También se puede llevar a hacer un lavado industrial con ozono.
No es obligatorio el uso guantes y mascarilla si se viaja con convivientes, ya que “se aplican las mismas normas que dentro del domicilio”. Otro caso bien distinto es el de compartir vehículo con personas con las que no se convive o no se conoce. “En este caso, hay que asegurarse de que todos los pasajeros usen mascarilla en el interior del vehículo, tal y como ordena la normativa vigente. Además, no deben viajar más de dos personas por hilera del vehículo.” Y cuidado a la hora de desechar los guantes y las mascarillas: “En estos dos elementos se acumulan los virus, por lo que hay que tener una especial precaución y depositarlos en los lugares indicados a tal efecto”. De otro modo, podría tener como consecuencia que otras personas al recogerlas se contaminaran.
Consejos para antes y después del desplazamiento
Carlos Martín Cantera también recuerda la importancia que tiene programar el viaje con antelación, “eligiendo los itinerarios más adecuados y las vías menos conflictivas. Descansar antes de iniciarlo y no hacerlo en caso de somnolencia. Evidentemente, no se debe consumir alcohol ni otros estimulantes y sí asegurarse de que el equipaje no imita la visibilidad, los pasajeros utilizan los cinturones de seguridad y dispositivos de retención infantil que indica la normativa vigente”.
Los consejos que el médico de familia ofrece para poner en práctica durante cualquier trayecto son los siguientes:
- Controlar que los niños usen los dispositivos de retención infantil.
- Usar siempre el cinturón de seguridad, incluso en desplazamientos cortos.
- Ajustar su velocidad a las circunstancias de la circulación y de la vía.
Cuidado con la fatiga: descansar entre 15 y 30 minutos cada 2 horas de viaje. Es aconsejable que los conductores mayores descansen cada hora de viaje.
Evitar distracciones como consultar mapas o GPS, marcar y usar un teléfono móvil, sintonizar la radio… Hay que tener en cuenta que mirar un mensaje o WhatsApp supone apartar la vista de la carretera durante 5 segundos, tiempo suficiente para recorrer una distancia equiparable a un campo de fútbol.
También son muy peligrosas las distracciones relacionadas con tratar de alcanzar objetos como gafas de sol o algo del asiento del copiloto.
En caso de avería: retire el vehículo de la vía, utilice los triángulos de preseñalización de peligro colocándolos a 50 metros antes del lugar de parada.
La conducción más peligrosa, la de los más jóvenes
Según varios estudios, el riesgo de tener accidentes es más alto hasta cumplidos los 20 años y durante los primeros seis meses de conducción una vez sacado el carnet. Los motivos principales es la distracción con los amigos y con el móvil. En ese sentido, no hay mejor escuela que el ejemplo. Por eso los adultos no deben tratar de enviar mensajes de texto ni hacer o recibir llamadas durante la conducción. Motivar a los adolescentes a participar en conductas de conducción segura desde el principio es la mejor manera que tienen los padres para que sus hijos adquieran hábitos de conducción segura en la edad adulta.