Cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha para reflexionar y recordar a la sociedad la realidad de desigualdad entre hombres y mujeres y sus consecuencias, y el ámbito sanitario no es una excepción. El género crea diferencias en salud que se transforman en desigualdades cuando estas son injustas y evitables. La doctora Rosana Izquierdo, coordinadora del Grupo de Trabajo de Violencia de Género de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec), hace hincapié en las palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al recordar que el género crea desigualdades por si solo, pero “también puede agravar las que son producto de la situación socioeconómica, la edad, la etnia, discapacidad…”.
“El rol de género es una construcción social y la introducción de la perspectiva de género en el análisis de salud implica reconocer que existen diferencias en el estado de salud de hombres y mujeres que trascienden de las biológicas, pues están construidas socialmente”, explica Rosana Izquierdo. Aún se emplea una visión androcéntrica del modelo de enfermar y esto tiene consecuencias como, por ejemplo, la tradicional exclusión de la mujer en la investigación biomédica, la medicalización de procesos naturales de su vida como el embarazo o la menopausia, la consideración de sus quejas como procesos psicológicos que se tratan con fármacos o la acepción del patrón masculino en las enfermedades cardiovasculares, que llevan a diagnósticos erróneos en la mujer.
“El modelo de referencia en salud es el hombre y no valorar esa diferencia afecta al proceso de prevención, diagnóstico y tratamiento. Es necesario introducir la perspectiva de género en la salud, que ayudará a entender mejor el proceso de salud y de enfermedad”, asegura.
Eterna cuidadora de la salud de los demás, la de la mujer no importa, no existe, no hay tiempo para ella. “La mujer cuidadora se olvida de su propia salud. Cuidar produce un coste muy alto porque deja de cuidarse a si misma”, asegura Izquierdo. Así, pese a que la longevidad es mayor en mujeres (en España la esperanza de vida está en 86,3 años frente a los 80,2 de los hombres), no tienen una mayor calidad de vida. “La vida de la mujer con buena salud y sin enfermedades crónicas es más corta que la de los hombres, por mucho que vivan más años”.
La solución pasa por buscar “un reparto equitativo del cuidado entre hombres y mujeres, pero también en la comunidad” y por “valorar y visibilizar ese cuidado, que es el que hace que la sociedad avance hacia delante y es un aporte importante en el desarrollo y bienestar de otros a costa de su propia salud, pues se olvida de su propio bienestar”.
Tampoco los y las profesionales de la salud son ajenos a la desigualdad en el desempeño de su actividad. Aunque las mujeres suponen en España más del 50% del personal médico y son el 62% de las estudiantes de Medicina, tan solo el 20% ocupa puestos de dirección. “Es una profesión feminizada pero los cargos de responsabilidad siguen estando masculinizados. En la medicina existe el techo de cristal”, confirma la doctora Izquierdo.
La violencia de género: un problema de salud pública
Las desigualdades entre hombres y mujeres son muchas, pero la más dramática expresión de desigualdad es la violencia de género. La doctora Rosana Izquierdo considera que es un problema de salud pública y es de vital importancia sensibilizar a los profesionales de Atención Primaria. “Cada vez estamos más formados, pero aún existe una infradetección en las consultas. No todas las mujeres van a ir a denunciar, pero todas van a venir al centro de salud, porque en todas existe una afectación de su estado de salud. Es un proceso que dura años y que produce consecuencias físicas, psicológicas, sociales, de la salud de los hijos e hijas y consecuencias mortales que conocemos bien”.
De hecho, según diferentes estudios realizados en los últimos años, se estima que entre un 20 y un 30% de las mujeres que acuden a un centro de salud padecieron violencia física o psicológica en algún momento de su vida desde hace más de cinco años y tan solo se detectan entre un 5 y un 10% de los casos. En las consultas de Atención Primaria es importante trabajar en la violencia de género “como en cualquier otro problema de salud. Tenemos que estudiarlo, tenemos que trabajarnos para trabajar en esta lacra”, asegura Izquierdo.
A pesar de eso, los y las profesionales sanitarios cuentan con una serie de condicionantes que dificultan la detección de la violencia de género en las consultas. “El primero es que no se ve como un problema de salud y es precisa una formación de los y las profesionales; el segundo, que tenemos los mismos estereotipos que el resto de la sociedad y, el tercero, que tenemos poco tiempo en las consultas y es importante hacer un abordaje biopsicosocial de la mujer”.
Aún así, en cuanto a la desigualdad entre hombres y mujeres, la coordinadora del Grupo de Trabajo de Violencia de Género de la Agamfec ve un futuro esperanzador con las próximas generaciones. “La juventud viene rompiendo y luchando por la igualdad de género, porque, como dice la OMS, es un pilar necesario para lograr un mundo sostenible, pacífico, próspero, saludable y que no deje a nadie desatendido. Soy optimista y pienso que los y las jóvenes van a luchar por la igualdad de género, ya luchan por ella ahora”.